domingo, 12 de agosto de 2012

El compañerismo de los ministros


ÉTICA MINISTERIAL
El compañerismo de los ministros

Pastor Luciano Grillo

ES ESENCIAL al ministerio cristiano la lealtad y el espíritu de compañerismo. Tenemos una absoluta necesidad de trabajar, de luchar, de pelear juntos. Uno de los mayores daños  que por siempre ha sufrido la obra del Señor ha sido las rivalidades y disputas entre los siervos de Dios. Éstas han causado atraso a la obra y han sido de escándalo para el mundo.

El ministro se halla como soldado en pleno campo de batalla, en la guerra sin cuartel contra el reino de las tinieblas. Este conflicto exige la concentración de todos los esfuerzos. No da lugar para ningún momento de liviandad o ligereza, tampoco para rivalidades y enojos entre los que luchan en el mismo frente.

Nunca debemos hablar mal de un compañero de ministerio. El apóstol Santiago tiene mucho que decirnos en el capítulo 3 de su carta sobre lo peligroso de nuestra lengua. Y aunque la Palabra de Dios es tan clara y hasta hemos predicado a menudo sobre este tema, la lengua sigue siendo un agudo problema que nos afecta lastimosamente. Sé que está demás decir que nunca debemos hablar mal de ninguno de nuestros compañeros de ministerio. Pero entonces, ¿por qué lo hacemos?

Pero nuestro deber no acaba con dejar de hablar mal del compañero. Debemos defenderlo si otro habla mal de él. Nunca debemos sumarnos a una conversación donde se denigra o se burla de otro ministro. Si no tuviéramos argumento para defenderlo o si se tratara de algo cierto que no podemos refutar, sería preferible callar. En el último caso debemos recordar que si se trata de problemas escandalosos de conducta, sería necesario llevar el caso ante la Junta distrital respectiva.

Si por ser ejecutivos de la denominación nos toca tratar un caso de disciplina contra un ministro, debemos recordar especialmente lo que dice la Palabra en 1Timoteo 5.19, que contra un anciano no debemos recibir acusación, a menos que haya dos o tres testigos.

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